QUARTERS    (Asesino en serie 2- 7) Fin

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                                                           QUARTERS

                                            ASESINO EN SERIE (1 de 7)

Anaïs  se  giro  a  Luis  diciéndole  al  mismo  tiempo que lo miraba fijamente a los ojos;- Luis  creo  que  si  encontramos al  que  ha  estado alimentando al niño  todo  este  tiempo, estaremos a  un paso  de  encontrar  al  asesino.

Luis la miro respondiéndole;- Castro, espero que tengas razón, pues si no, creo que seguirán apareciendo cadáveres muertos, por toda la ciudad.  Alguien está muy enfadado con la ley y está haciendo el trabajo nuestro. Porque  es nuestra misión capturarlos y hacer justicia, ¡no!, del asesino, pues de este modo se convierte en lo que son ellos, delincuentes, perseguidos por la justicia.

Anaïs y Luis se dirigieron a la casa del cadáver encontrado en el parque. Mientras el departamento, como Peter,  todos estaban registrando la caravana y con los tres cadáveres encontrados en la cercanía. Al entrar en la casa, lo primero que se encontraron fue muchas cintas porno de niños, violándolos. En ella, estaba la adolecente que se paro en la escena del crimen, al mismo tiempo que les decía; ¡se lo merecía!

Anaïs se fue andando hacia la entrada de la cuidad, por el camino se encontró unas casas  de planta bajas, junto con una tienda pequeña. Se le ocurrió entrar, comprar una botella de agua y preguntar por la caravana. Empezó a explicarle que se encontraba a las afueras de la ciudad, tan solo unas calles más abajo, cerca de un bosque. La dependienta le conto que era de un muchacho de unos 40 años, pero que hacia como nueve días más o menos, qué no lo veía. Eso le parecía raro, pues solía ir todos los días a comprar pan y leche. Al salir Anaïs, y empezar a andar escucho como la señora la llamaba. Le comento que era el ayudante del sacerdote. Limpiaba y procuraba tenerlo todo arreglado para la hora de misa.

Anaïs se fue pensando. por su cabeza pasaban un sinfín de pensamientos, donde todos eran como un rompe cabezas. Se fue a su casa, donde vivía con Luis y Casi. Entro en su cuarto, cogió una pizarra y empezó a  apuntar todo lo que se le pasaba por su cabeza. Al terminar había puesto en medio, dentro de un círculo la palabra, incienso, del círculo salían fechas con los nombres de los cadáveres encontrados. Al lado el ayudante de iglesia. Decidió dar un paseo por las iglesias cercanas, donde habían aparecido los primeros muertos. Encontró como tres, entro y empezó a hacer preguntas al capellán. No noto nada extraño, ni el olor le era parecido. De pronto vio como una pequeña ermita y entro, dentro había un sacerdote, este le pregunto si quería confesarse, pues últimamente solían ir por allí muchos feligreses pecadores. Anaïs se disculpo y salió con un gran nudo en la boca del estomago, nunca antes había sentido nada parecido. El hombre se quedo dentro, cerró la puerta y dejo a Anaïs fuera.  Conforme iba dando pasos Anaïs como por inercia cogió el telf., llamo a Luis, le pidió que por favor confiara en ella, y que se dirigiera a la dirección que le mandaba por telf.Seguidamente hizo la misma operación con su  jefe, donde también le pidió que fuera enseguida con algunos hombres. Con disimulo dio un rodeo al recinto, notando ese olor peculiar que tenia los cadáveres.

Había una puerta trasera, intento abrirla no pudiendo. Cerca había un gran árbol, donde las ramas algunas daban a una gran ventana. Acordándose de sus vacaciones de niña, donde solía ir a una casa de campo y se subían ella y su hermana en un árbol, decidió probar y subirse, donde su sorpresa, la ventana tenía una pequeña apertura. Entro como pudo, fue bajando sin hacer ruido, hasta llegar a unos túneles por debajo de la ermita. Conforme se iba adentrando en los túneles, el olor a moribundo, putrefacción cada vez era más fuerte. A los pocos metros empezaron a aparecer cadáveres, todos ya estaban esqueletos y con una moneda dentro de la carabela, su mandíbula o lo que quedaba de ella. Había como unas decenas de muertos, era terrorífico. Todos tenían una nota que decía el delito que habían cometido estando vivos. Anaïs nunca había visto tantos muertos juntos, todos puestos en fila, uno a uno. Al lado una cestita con monedas, como las que se suelen pasar en misa. Salió de los túneles, subió unas escaleras, adentrándose a la capilla, encontrando al muchacho de la caravana en un confesionario muerto y con una moneda dentro de su boca. Al dirigirse al altar, encontró al capellán con las manos cortadas, de rodillas pidiendo perdón, con una moneda en la boca, un libro con más de 30 nombres, los cuales había matado y los delitos. El ultimo nombre era el suyo, su delito, el ser asesino en serie.

 

 

                                                                   FIN

 

 


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